ASCO...

"EL DISCURSO PERSONAL"

Al iniciar un discurso se opta por algún tipo de muletilla propia, estribillo copiado o se busca parafrasear a algún soporte cercano. Desde “he tenido un sueño” o “he tenido una pesadilla”, hasta “queridos compatriotas” o “compañeros y compañeras”, han sido usados a través del tiempo para dar pie a un sinnúmero de saleros, improperios, patrañas, ruegos, denuncias, quejas, gracias, chauvinismo y hasta [en muchos casos] confesiones amorosas. Y es que el poder iniciar un buen discurso [en el sentido más simple] con un elemento punzocortante determina qué tan poderosa será la palabra.
El común de los mortales [entre los cuales no me incluyo por considerarme inferior al promedio] adhieren algunos mecanismos de evidente carácter TIRÁNICO, VACILANTE y LASTIMERO.
El más odiado y menos soportado por mi es el TIRÁNICO, el cual me ubica dentro de algún régimen autoritario, de los cuales los legados más próximos a la educación son uniformes [color rata en el caso peruano], desfiles soldadescos y alumnos obedientes; cuasi-militares sub-humanos capaces de recibir y acatar órdenes tas sandias como besar un borceguí.
Desesperante y angustiante como una picazón en medio de la espalda donde no es posible rascarse [donde ese puntillo crece y crece], asumo, al VACILANTE. Situaciones cotidianas. Dudar, un problema filo-antropo-sociológista e ilógicoracioalista. Lo sitúan como principal detonante de la construcción de la certeza, “duda de todo y cuanto existe” a lo Cartesiano; dudar inclusive si existes y si estás leyendo esto y no es producto sólo de tu mente o de un ser superior que trabaja cual marionetista. ¿Dudar=inseguridad? Duda que te hace presa de lo inexplicable. Esa duda que te da seguridad de saber que nada es seguro, duda que [no] reprime y [no] limita el poder de decidir y dictar: “creo que la razón de X es Y” [aunque sea errado]. -¿Profesora, 2+2 puede ser 5? -¡No, siéntate y no digas incoherencias! Inseguridad hasta para repetir una escueta frase, para salir al frente y decir tu nombre. ¿Dudar o tener miedo? Nauseas mías y asco conexo de quienes apuestan por la verdad [aunque tengo serias “dudas” de su existencia].
Por último, el que me deja con agonía bubónica, lágrimas sulfatadas, entrañas aderezadas con rabia y acalora la incontinencia verbal, es el LASTIMERO. Derroche de clemencia misericorde y compasiva, como si se tratase de una búsqueda constante de piedad a las dolencias del interlocutor, tratando de hacer ver que el suplicante es tan pobrecillo que necesita de la benevolencia del gran ayudador. La búsqueda de favores con tonos penosos deja visibles complejos de hipocresías, tretas o quizá simples manías costumbristas. Algo lingüísticamente abortivo y sintácticamente bulímico.
Con esto, el dinamismo personal en el discurso está plagado de elementos abstraídos inconscientemente del día a día.
En tanto sigamos alimentado a estos antojos inadecuados expresando ideas [ahí otro problema: ideas no propias, juicios apartados, copias fieles de críticas, absurdas impertinencias orales, Ctrl + C / Ctrl + V], seguiremos con esta cadena paradójica tan “peruanizada” del fomento de LA AUTORIDAD SOBRE OTROS, LA INSEGURIDAD SOBRE MUCHO y LA LÁSTIMA SOBRE LO PROPIO.

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