"¿POR QUÉ ACEPTÉ EL PREMIO?"
Un error de inconsecuencia e inconsistencia.
Aceptar un premio como el otorgado por la Bienal de Poesía 2008 (organizado por la especialidad de Lengua, Literatura y Comunicación en el IPNM) es para mí un honor y una burla.
Desde hace tiempo ya, considero que lo que escribo no tiene tanta acogida como esperaba, con el sólo hecho de escuchar “que tus Editoriales se entiendan” empezaba a dudar de mi capacidad de redacción. Fue por ello que me costó escoger qué enviar. Finalmente salió.
Entrado de lleno a la premiación. Tuve un conflicto muy grande entre: ¿Se debe recompensar una creación o simplemente se le brinda a la humanidad?
Algunas cuestiones.
Primero, ¿cómo entender a la creación propiamente dicha?, creo yo como una unidad íntegra e inviolable. Empezando por ahí, ningún tipo de corrupción es aceptable, ya que ahora sobrevuela la mente de los escritores jóvenes –los aficionados quiero decir- la idea de imprimir y multicopiar todo cuanto escriben, para divulgar cosas muchas veces sin sentido, y como bien dijo un ser de barbas, “retóricamente estúpido e inconsistente”. Gracias a las circunstancias aún no caigo tan bajo. Todo esto se hace un cúmulo de incorrecciones denotando acaso sobrevaloración y supra-estima. Con esto, que la inviolabilidad de la que hablo incluye la necesidad de ser corregida y ampliamente revisada para ser considerada una obra inviolable –sin mencionar la técnica y la práctica.
En esta incorruptibilidad de la obra, veo como un lacerador el hecho de lucrar con el arte y la cultura. Eso creo que es claro; escribir por encargo me parece una bajeza condenable, y aunque muriendo de hambre, yo no podría.
Así, entiendo también la necesidad de un reconocimiento a algo que para algunos es bueno o de calidad. Considero significativas las premiaciones como: Premio Planeta, Príncipe de Asturias, Juan Rulfo y El Nobel, entre otros. Y en mi contexto, hasta ahora limitado, la bienal de Poesía IPNM era un platillo jugoso.
Hacer la distinción entre un reconocimiento y una recompensa está de más.
Con todo en mi mente la determinación era clara: participar, pero ¿y el premio?
Es claro que una recompensa no necesariamente es un reconocimiento y un reconocimiento casi nunca es recompensado.
Jamás despreciaría libros por regalo, así sean los más corrientes (en el sentido de muy comerciados), ilegibles (en el sentido de su vejez, complejidad o simpleza) u ortodoxos (en el único sentido).
Ese fue uno de los motivos que hizo que se incline mi balanza.
Ahora bien, quiero dejar claro también que el ganador de la Bienal de Poesía IPNM no es el poeta sino el poema. Por ello que me siento usurpador hablando de mí en cabeza ajena: el poema; lastimosamente él no puede decir más de lo que de por sí dice, y eso es ya mucho. Por eso es que me tomo las libertades de sentirme ganador (sentí arcadas al escribir “ganador”).
Por todo lo señalado un reconocimiento, ya sea a la obra o al autor, en cualquiera de los casos, es un honor.
Sin embargo digo burla no en un sentido de cabriola y esquivo, sino por un sentido ridiculizante. En un simple: ganó el poema, y el premio es para mí, me zurro en lo que líneas arriba describo: la inviolabilidad.
Por último dejo saldado mi error de inconsecuencia e inconsistencia. La inconsecuencia por hacerme de algo que no me pertenece, y la inconsistencia por no poder justificarlo.
Próximamente estaré publicando los poemas.
Desde hace tiempo ya, considero que lo que escribo no tiene tanta acogida como esperaba, con el sólo hecho de escuchar “que tus Editoriales se entiendan” empezaba a dudar de mi capacidad de redacción. Fue por ello que me costó escoger qué enviar. Finalmente salió.
Entrado de lleno a la premiación. Tuve un conflicto muy grande entre: ¿Se debe recompensar una creación o simplemente se le brinda a la humanidad?
Algunas cuestiones.
Primero, ¿cómo entender a la creación propiamente dicha?, creo yo como una unidad íntegra e inviolable. Empezando por ahí, ningún tipo de corrupción es aceptable, ya que ahora sobrevuela la mente de los escritores jóvenes –los aficionados quiero decir- la idea de imprimir y multicopiar todo cuanto escriben, para divulgar cosas muchas veces sin sentido, y como bien dijo un ser de barbas, “retóricamente estúpido e inconsistente”. Gracias a las circunstancias aún no caigo tan bajo. Todo esto se hace un cúmulo de incorrecciones denotando acaso sobrevaloración y supra-estima. Con esto, que la inviolabilidad de la que hablo incluye la necesidad de ser corregida y ampliamente revisada para ser considerada una obra inviolable –sin mencionar la técnica y la práctica.
En esta incorruptibilidad de la obra, veo como un lacerador el hecho de lucrar con el arte y la cultura. Eso creo que es claro; escribir por encargo me parece una bajeza condenable, y aunque muriendo de hambre, yo no podría.
Así, entiendo también la necesidad de un reconocimiento a algo que para algunos es bueno o de calidad. Considero significativas las premiaciones como: Premio Planeta, Príncipe de Asturias, Juan Rulfo y El Nobel, entre otros. Y en mi contexto, hasta ahora limitado, la bienal de Poesía IPNM era un platillo jugoso.
Hacer la distinción entre un reconocimiento y una recompensa está de más.
Con todo en mi mente la determinación era clara: participar, pero ¿y el premio?
Es claro que una recompensa no necesariamente es un reconocimiento y un reconocimiento casi nunca es recompensado.
Jamás despreciaría libros por regalo, así sean los más corrientes (en el sentido de muy comerciados), ilegibles (en el sentido de su vejez, complejidad o simpleza) u ortodoxos (en el único sentido).
Ese fue uno de los motivos que hizo que se incline mi balanza.
Ahora bien, quiero dejar claro también que el ganador de la Bienal de Poesía IPNM no es el poeta sino el poema. Por ello que me siento usurpador hablando de mí en cabeza ajena: el poema; lastimosamente él no puede decir más de lo que de por sí dice, y eso es ya mucho. Por eso es que me tomo las libertades de sentirme ganador (sentí arcadas al escribir “ganador”).
Por todo lo señalado un reconocimiento, ya sea a la obra o al autor, en cualquiera de los casos, es un honor.
Sin embargo digo burla no en un sentido de cabriola y esquivo, sino por un sentido ridiculizante. En un simple: ganó el poema, y el premio es para mí, me zurro en lo que líneas arriba describo: la inviolabilidad.
Por último dejo saldado mi error de inconsecuencia e inconsistencia. La inconsecuencia por hacerme de algo que no me pertenece, y la inconsistencia por no poder justificarlo.
Próximamente estaré publicando los poemas.
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